Fátima en catedral en Bluefields. Archivo / NB

La Virgen de Fátima bajo vigilancia: católicos celebran en silencio en una Nicaragua que reprime la fe

Cada 13 de mayo, la comunidad católica conmemora la primera aparición de la Virgen de Fátima en Cova de Iría, Portugal, ocurrida en 1917. Sin embargo, en Nicaragua, esta fecha que históricamente ha sido motivo de fe pública y devoción masiva, transcurre hoy entre la represión, el silencio y el miedo.

En años anteriores antes del estallido de la crisis sociopolítica en 2018 las celebraciones incluían vigilias, misas y procesiones que recorrían barrios como Fátima, en distintas ciudades del país, finalizando en la gruta dedicada a la Virgen. Actualmente, esas expresiones han sido eliminadas del espacio público por la creciente persecución del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Iglesia católica.

Desde 2018, más de 1,300 ataques a instituciones, símbolos y representantes de la Iglesia han sido registrados en el país, según datos de la Red de Monitoreo de Agresiones a la Iglesia Católica en Nicaragua, liderada por el abogado e investigador Martha Patricia Molina. Entre estos ataques se incluyen la expulsión de congregaciones religiosas, cierre de medios católicos, vigilancia a templos y detención de sacerdotes.

La gruta a la virgen de Fátima en el barrio que lleva su nombre en Bluefields. Archivo / NB

En un informe publicado en 2024, Molina documentó que al menos 85 religiosas y más de 40 sacerdotes fueron obligados al exilio o detenidos en condiciones inhumanas. Uno de los casos más emblemáticos fue el del obispo Rolando Álvarez, condenado a 26 años de prisión tras negarse a abandonar el país y denunciar los abusos del régimen.

“La dictadura le teme a la fe organizada. No es solo una cuestión religiosa, sino política: la Iglesia representa uno de los últimos espacios de resistencia ética en Nicaragua”, señala Molina en su informe Nicaragua: una Iglesia perseguida.

Este 13 de mayo, las grutas y parroquias dedicadas a la Virgen de Fátima permanecen vigiladas o con acceso restringido. La fe, sin embargo, sobrevive en el recogimiento de los hogares y en celebraciones digitales promovidas por comunidades católicas en el exilio.

La devoción a la Virgen de Fátima se mantiene viva entre quienes, a pesar del miedo, siguen encontrando en su mensaje un llamado a la paz, la verdad y la justicia. En Nicaragua, esos valores han sido sistemáticamente criminalizados.

Procesiones a la virgen de Fátima en Bluefields, antes de la represión. Archivo / NB

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