Pescadores artesanales de Bilwi en la rebusca
Son las cinco de la mañana. El sol aún no sale por completo y apenas resplandece en el mar azulado. La madrugada es fría y para el grupo de pescadores y sus acompañantes es motivo de entusiasmo, ya que este tipo de clima favorece su propósito del día: tener una buena pesca.
En la playa “La Bocana” y “La Bocanita” se reúne un grupo de personas que en esta época del año, cuando las temperaturas son bajas, se dedican a esta labor agotadora con la que sostienen sus hogares.
Acá se ha creado una alianza para sobrevivir. Los dueños de las redes e insumos se apoyan en un grupo de hombres que les ayudan a tirarlas al mar, recogerlas y a cambio les darán parte de la cosecha marina.
Este tipo de pesca se da cercana a la costa, a diferencia de las lanchas más equipadas que se adentran en el mar para conseguir langostas o peces grandes, los cayucos avanzan solo unos pocos metros.
Las redes se tiran, surcan el aire, vacías, pero a la vez cargadas de esperanzas, pues son muchos los que dependen de lo que se consiga esa jornada.
Y es que la situación económica en Bilwi es cada vez más difícil. Tras el paso de los huracanes Eta e Iota hace ya un año, la pesca, que es la la principal actividad a la que se dedican la mayoría de los porteños, no se ha recuperado al ciento por ciento. Muchos aún viven en champas porque sus frágiles viviendas fueron destruidas por los fuertes vientos y la tenaz lluvia que también trastocaron el ecosistema local, alterando la actividad pesquera.
Para agravar un panorama ya complicado, la pandemia del Covid-19 trajo más desempleo, muerte, tristeza y una economía local depresiva.
Buscando el “golpecito”
La mañana pasa rápidamente y la faena es intensa, pues al mediodía ya no hay más nada que hacer. El calor hace que se dispersen los peces, camarones, chacalines y “aguas malas” (medusas) que son los principales productos que los pescadores buscan para luego venderlos en el mercado local, o ahí mismo a orillas de la playa donde mucha gente se reúne en busca de las primeras cosechas de los pescadores.
Entre la multitud desesperada por comprar y vender, encontramos al joven Luis Salazar quien asegura que con el trabajo de ese día ya lleva el alimento para su casa. “No es la primera vez que vengo a llevar pescado, he venido muchas veces. Hay días que he llevado mi buena carga para compartir con la familia el “toquecito” del día pues a como está la situación, esto ayuda bastante para los que no podemos comprar una libra de carne porque esta cara”, expresa Salazar.
Así como Luis, en las orillas de la playa “La Bocana” se ve a mujeres, niños, hombres y ancianos recogiendo pescados y chacalines con la mano. Mientras unos hacen labores de pesca, otros se dedican a rebuscar lo que van dejando las redes y los cayucos.
En la blanquecina arena, una mujer junto a sus dos hijos no despega la mirada del suelo y levanta con esmero y agilidad pececillos, chacalines y uno que otro camarón.
Como ella hay otras mujeres, algunas madres solteras, que se hacen acompañar de sus hijos porque no tienen con quien dejarlos. Además, el trabajo a cuatro, seis u ocho manos deja mayores ganancias.
Recogen el bocado que ese día su familia va a comer. Dependiendo de lo recolectado, puede que sobre para vender a 10 córdobas la libra de pescado “ya con eso se busca el complemento”, dice la mujer sin despegar su mirada de la arena.
Un gobierno invisible
A los pobladores no les gusta hablar, hay temor de expresarse, pero sí murmuran su inconformidad “sólo a algunos se les dio ayuda después de los huracanes”, expresa un lanchero que se une a la jornada en “La Bocana”.
Según la página web del Instituto de la Pesca y la Acuicultura (Inpesca) en Bilwi existen 29 cooperativas de pescadores artesanales. No obstante, la mayoría dejó de operar en los últimos años tras la suma de acontecimientos desalentadores, lo que significa que las fuentes laborales se han reducido considerablemente y acrecienta la crisis económica de la cabecera departamental de la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte.
En general la actividad pesquera no ha tenido un buen año, así lo refleja el Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) correspondiente al mes de agosto de 2021 publicado por el Banco Central de Nicaragua (BCN) el pasado 20 de octubre de 2021. Según este informe, mientras otras áreas de la economía nacional mostraron crecimiento “se observaron disminuciones en las actividades de: pesca y acuicultura en un -13.6, resultado de la menor producción de camarón de granja y captura de langosta, primordialmente”.
El incandescente sol del mediodía es la señal de que es la hora de retirarse. La madre junto a sus dos hijos terminan de echar en su bolsa de plástico negro los pequeños peces y los preciados camarones que recolectaron. Los niños aprovechan para darse un chapuzón y refrescarse del inclemente calor del Caribe. Mañana será otra jornada y piensan volver a esta playa nuevamente para pescar su posibilidad de vida de cada día.