Desde hace dos décadas, el Estado de Nicaragua ha invertido más de 76 millones de dólares provenientes de la cooperación internacional para “garantizar agua potable de calidad a los bluefileños”. El último proyecto en curso financiado por la cooperación española y la Unión Europea, desde agosto del año pasado, prometieron conectar a las viviendas, pero hasta ahora, aun en año electoral, los pobladores de Bluefields no ven con certeza que el agua llegue a sus grifos
La tradicional Iglesia Morava, su campanario blanco y techo rojo, que se alza al pie de la majestuosa bahía de Bluefields, en cuyas aguas navegan pescadores en sus pequeños cayucos, es la postal que más resalta de Bluefields, ciudad, ubicada en la Costa Caribe Sur de Nicaragua, un escenario alegre pero desordenado, sobre todo rodeado de agua, por eso resulta difícil imaginar que esta localidad caribeña no cuenta con servicio de agua potable para saciar la sed de sus pobladores.
Pese a que es la ciudad más importante en el Caribe Sur, con más de 60 mil habitantes distribuidos en 17 barrios, el sistema de agua potable, así como el acueducto de Bluefields, es el más deficiente en Nicaragua, un país en el que el acceso al agua es problema común.
La red de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal) en Bluefields tiene un bajo número de conexiones domiciliares. Apenas el 11.5% de la población cuenta con una toma de agua. Para empeorar las cosas, la calidad del servicio es pésima: los habitantes pagan por consumir agua salobre, y el flujo no es constante. En promedio, los grifos en Bluefields solo tienen agua durante 45 minutos al día. El resto de la población, unas 20,000 viviendas, sacia la necesidad de agua en pozos domiciliares y comunales. Una sed recurrente que data de hace décadas.
Lo irónico es que el Estado de Nicaragua ha invertido en los últimos 20 años más de 76 millones de dólares provenientes de la cooperación internacional en Bluefields para paliar la falta de agua potable. Varios proyectos han sido ejecutados, pero no han dado los frutos esperados: las tuberías blufileñas siguen secas. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta que ronda a estos ciudadanos caribeños que están hartos, dicen, de “mendigar” agua.
El último proyecto millonario
En el año 2016, Enacal adjudicó el proyecto de agua potable para Bluefields a la empresa Ludwig Pfeiffer Hoch – Und Tiefbau. Era una obra ambiciosa que pretende traer agua a Bluefields desde los ríos Silva y Kukra River, ubicados a unos 40 kilómetros de la ciudad. El presupuesto total del proyecto es de casi 32 millones de dólares, es auspiciado por la Agencia Española para la Cooperación Internacional (AECID) y la Unión Europea.
Según Miguel Torres, responsable de la obra por parte de AECID, el proyecto lleva una ejecución acumulada de 31,31 millones de dólares, lo cual representa un poco más del 95% del presupuesto. Sin embargo hasta la fecha, más del 88% de hogares en Bluefields siguen sin agua potable.
“Ya se ha realizado de manera satisfactoria la prueba de bombeo hasta el tanque de carga que se localiza a unos 6 kilómetros de los ríos donde se capta el agua. Ahora hace falta realizar la prueba de suministro hasta la ciudad”, dijo Torres.
Ni Enacal, ni AECID han explicado qué tan sostenible será traer agua desde 40 kilómetros de distancia. Hay una serie de interrogantes planteadas por expertos en la materia que tampoco han sido respondidas, como por ejemplo cuánta energía eléctrica se requerirá para el bombeo de agua desde tan lejos, cómo repercutira ese costo en la factura de cobro que llegue a los usuarios.
La sostenibilidad y permanencia a largo tiempo es uno de los principales desafíos de este tipo de proyectos. Un factor así fue lo que hizo inviable el proyecto anterior con la planta desalinizadora (2006), en la que se invirtieron más de 8 millones de dólares, pero su alto costo de funcionamiento para poner en marcha el proceso de desalinización del agua de la bahía, resulto insostenible.
El gerente de ENACAL en el 2015, licenciado Eduardo Jerez, es bien enfático al sostener que la idea de resolver el problema de acceso al agua potable en Bluefields por medio de una planta desalinizadora “en ningún caso es válida”, fue una decisión “impensable” y que en la contratación que hiciera el gobierno de Bolaños falló el estudio de factibilidad, la viabilidad y sostenibilidad del Proyecto. Jerez dijo a IEEPP que “definitivamente es un asunto de gobierno que elige una tecnología costosa –para un proyecto de emergencia- probablemente la última escogencia que debió haber hecho, sin lugar a dudas”. También explicó el Licenciado Jerez, usualmente son factibles en Islas, Desiertos o Cruceros, donde no hay opciones para obtener agua potable, más que desalinizar el agua de mar.
AECI explicó que el proyecto actual ha sido muy complejo desde su inicio, primero por la localización de una fuente de agua segura, debido a que las dos primeras contempladas fueron declaradas inviables: el Río Rama y Esconfran. Al final, las fuentes de captación se ubicaron en el Río Silva y Kukra River. Ese paso, retrasó al menos un año el diseño e inicio de la obra.
Un factor de peso para la obra de agua fue la construcción de la carretera que conecta Bluefields con el centro y el pacífico de Nicaragua. La tubería de agua se construyó en paralelo a esta vía, de modo que cualquier modificación de la carretera modificó la línea de conducción.
“Este factor atrasó considerablemente la obra. Se tuvo que rediseñar el trazado de la línea y adquirir en el mercado internacional accesorios no previstos para el montaje de la tubería que no estaban inicialmente contemplados”, reconoció el responsable del proyecto de AECID.
Otro contratiempo del proyecto encontrado en el trayecto de la tubería fueron ocho suampos. Se tuvo que construir ocho puentes metálicos para sostener la tubería.
De acuerdo a ENACAL hasta el mes de mayo de este año se ha avanzado el 93% del proyecto, informo Alina Lagos, directora de ejecución de proyectos, afirmando que las cuatros componentes del proyecto estarán concluidos entre septiembre y octubre del presente año. Se solicito entrevista con un funcionario de ENACAL y no contestaron la solicitud ni el cuestionario que se les hizo llegar.
El alcalde de Bluefields, Gustavo Castro Jo, cree que el nuevo proyecto tiene sostenibilidad financiera. “Se trata de un sistema que tendrá una duración de unos 25 años. Ese es un tiempo que permite recuperar la inversión. Inicialmente, se atenderán 12 mil viviendas, pero la demanda es 15 mil familias”, dice y argumenta que la población de Bluefields tiene un crecimiento anual del 3%.
Otra vez, desconfianza en la población
Los atrasos en el proyecto de agua financiado por España y la Unión Europea ha encendido en Bluefields la desconfianza. No es la primera vez que les prometen acabar con los problemas de agua potable en la ciudad, ni este ha sido la única obra anunciada con bombos y platillos que ha fracasado en las últimas dos décadas.
Gustavo Castro Jo, actual alcalde de Bluefields, afirma que el sistema de agua potable de la ciudad está obsoleto. “La actual red de abastecimiento de Enacal se construyó en los años cincuenta, pero colapsó en 1988, con el paso del huracán Juana. Desde hace 20 años, solo se han realizado reparaciones, cambio de tuberías, suministrando agua salobre unos 45 minutos al día, tres veces por semana”, sostiene el edil.
Desde 1999, la comunidad internacional ha invertido en cuatro grandes proyectos para proporcionar agua potable, siendo el monto total de esas inversiones, 76 millones de dólares. Al dividir esa cifra, se han invertido 1,267 dólares por cada poblador para agua y saneamiento, pero aún no hay agua en las tuberías.
En el pasado, los principales aportes han venido de los gobiernos de España y Canadá. Todos han sido canalizados a través de Encal. Entre 1999 y 2002, con fondos del gobierno de Canadá se invirtieron un poco más de 3 millones de dólares en un proyecto que se llamó “Abastecimiento de Agua Potable y Tratamiento de las Aguas Residuales para la Ciudad de Bluefields”.
Este fondo de Canadá se utilizó para la realización de estudios detallados de la fauna y flora de la ciudad, así como estudios de factibilidad para la construcción del sistema de agua potable y saneamiento. Samuel Amador, miembro del equipo ejecutor de ese proyecto, considera que se tomó con mucha responsabilidad todos los detalles para hacer los estudios.
“La propuesta más factible que se recomendó en ese momento fue la cuenca del río Esconfran, a través de la construcción de una laguna y el manejo del tema de reforestación. También recuerdo que una área cercana a Rama Cay fue el sitio recomendado para la ubicación de la zona de tratamiento de aguas residuales”, asegura Amador.
La Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI), en conjunto con Enacal, tenían avances en todos los estudios. Al mismo tiempo, habían ubicado a los posibles donantes para financiar el proyecto valorado en 40 millones de dólares. “Sin embargo, en el año 2002, apareció la empresa española BEFESA-GRUPO SETA, y de un día para otro “convencieron” al gobierno de Nicaragua que lo mejor era instalar una planta desalinizadora”, recuerda Amador.
La planta desalinizadora resultó improductiva dado su costosa operación. Fue insostenible y no mejoró la situación de agua potable en la ciudad. La responsabilidad del proyecto estuvo a cargo de Enacal. En julio del 2006, el entonces presidente de Nicaragua, Enrique Bolaños, hizo un acto de inauguración. Sin embargo, nadie en Bluefields tenía agua en ese momento. Lo llamativo es que eso sucedió en año electoral, dominado por la promesa de acabar con el problema de agua potable de la ciudad, una cantaleta política que pasados los comicios, nunca se concretan.
El Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas publicó en el 2015 un estudio de caso sobre contrataciones públicas titulado “Agua Salada para Bluefields”, que expone el desafio de este tipo de inversiones.
“Pero tres años después de inaugurada la obra, los pobladores de Bluefields reciben agua salada y con resto de heces, la planta desalinizadora se encuentra en mal estado y ENACAL requiere de US$3 millones para completar el proyecto. Los actores deslindan su responsabilidad en relación a los resultados de la obras. SETA argumentó -con documentación oficial y fotografías- que entregó la planta desalinizadora en excelentes condiciones y responsabiliza a ENACAL de darle mal mantenimiento. La actual administración de ENACAL aseveró en una nota de prensa oficial que “la planta desalinizadora instalada en el 2006 durante el gobierno de Enrique Bolaños en Bluefields fue mal diseñada y adolece de un sinnúmero de defectos técnicos” y responsabilizó a la anterior administración de obviar los problemas de los usuarios; y de no buscar la manera idónea de llevar agua barata y de calidad a los nicaragüenses”, es parte de la información que ofrece el informe del IEEP.
Luego llegó el proyecto de AECID y la Unión Europea. Con todo y sus retrasos, en un año preelectoral la promesa de acabar por fin con la sed de Bluefields resuena otra vez entre los políticos. Sin embargo, la desconfianza de la ciudadanía es patente.
Jhonny Hodgson, representante del gobierno de Daniel Ortega en el Caribe Sur, ha prometido a los ciudadanos que en agosto de 2020 el proyecto de AECID y la Unión Europea comenzará a funcionar. “Ahora sí, en agosto de este año habrá agua potable las 24 horas del día, los 365 días de la semana, a la hora que se te ocurra abrir la llave habrá agua”, prometió el político sandinista. Sin embargo, a las puertas del mes de agosto, las tuberías siguen secas y saladas en Bluefields.
“Muchas veces nos han mentido… a un año de las elecciones, esperamos que este proyecto no sea otro fraude más del gobierno al igual que los anteriores”, dice un ciudadano del Barrio San Pedro, quien prefiere omitir su nombre.
Dolene Miller, lideresa afrodescendiente, es cautelosa respecto a la sostenibilidad del nuevo proyecto “por lo que ha ocurrido con proyectos anteriores. “La gente tiene mucha expectativas e incertidumbre, porque ya vimos que en setenta años que tiene el antiguo sistema de agua, no renovaron nada; ahora están con un proyecto que tiene más de dos años, con las calles destruidas y nadie sabe cuándo concluirá”, señala Miller.
Y agrega: “hemos visto que otras comunidades del país, que son más pequeñas, han tenido mejores oportunidades. Todo indica que nuestras necesidades en la Costa Caribe han sido relegadas a un segundo plano”, crítica Miller, y a la vez enfatiza que la municipalidad ha sido muy negligente para atender el desorden urbanístico de la ciudad y la falta del agua y alcantarillado.
Calidad de agua: heces fecales humanas y animales
Las personas en Bluefields han encontrado diversos modos para poder obtener agua para consumo, pero la más común es contar con pozos personales, aunque eso no garantice al 100% la calidad del líquido.
Solo las familias con ingresos medios y altos pueden instalar su propio sistema de agua en el hogar. La inversión de un sistema propio asciende a unos dos mil dólares. Esto incluye la excavación del pozo, la instalación de anillos de cemento en las paredes del hueco, un tanque de almacenamiento, una bomba de agua, y un sistema de tubería para la distribución. Eso sin meter otros accesorios y mano de obra. Por esa razón, la mayor parte de la población construyen pozoa con una profundidad promedio de 30 pies. A esa profundidad solo encuentran mantos acuíferos superficiales.
Bluefields tiene serios problemas de contaminación que inciden negativamente en la salud de su población. Los principales retos son el el mal manejo de desechos, falta de tratamiento de las aguas residuales, la cantidad de letrinas sin tratamiento y la poca profundidad de los pozos.
BlueEnergy, un organismo no gubernamental que tiene presencia en la ciudad, informó que el 98% de los más de 10 mil pozos domiciliares de la ciudad están contaminados con la bacteria Escherichia coli, que es la causante de severas infecciones urinarias e intestinales.
Esta bacteria se encuentra en las aguas debido a la contaminación fecal humana, animal o de aguas residuales. Se encuentra normalmente en el intestino del ser humano y de animales, y debido al mal manejo de las letrinas y aguas superficiales, va a caer en los pozos.
De acuerdo a Sandra Pavón, gerente en Nicaragua de blueEnergy, solo el 9% de la población tiene acceso al agua potable en Bluefields, y un 20 % tiene acceso al sistema de saneamiento.
De acuerdo al boletín epidemiológico del MINSA, las enfermedades asociadas con el agua, como dengue, diarrea y gastroenteritis infecciosa, se ha incrementado en los últimos tres años en Bluefields, siendo la seguna enfermedad, después de neumonía; y es la tercera enfermedad que causa mayor hospitalización en la población en general. Durante 2019, se reportaron 362 casos de diarrea y gastroenteritis infecciosa. Todos los pobladores están expuestos.
Eva María Martínez vive en el Barrio San Pedro, en sector conocido como el “Pericón”, en la entrada a Bluefields. Su familia está integrada por seis miembros, cuatro menores y dos adultos. Todos ellos se suplen de agua en un pozo de 48 pies de profundidad. Pero solamente lo utilizan para los quehaceres del hogar.
“El agua de beber lo conseguimos en un pozo del vecino, y para lavar la ropa caminamos una hora a un caño”, relata Martínez. La mujer no cuenta con recursos económicos para instalar un sistema que le permita tener agua con mayor calidad.
“No hay plata para poner una bomba… solo un mecate para jalar el agua es caro, ahora esas otras cosas que usan es imposible”, dice. Según ella, hasta el momento nadie ha llegado a su casa para preguntarle si va instalar el servicio de agua del nuevo proyecto financiado por la AECID y la Unión Europea, pese a que los funcionarios sandinistas fechan el inicio de las operaciones en este mes de agosto.
Los pobladores de Bluefields son escépticos ante la calidad del agua que pueda proveer el proyecto, debido a que durante años Enacal solo les ha entregado agua salobre.
Incógnita: ¿cuál será el costo del servicio?
“Si esa agua es buena y de calidad, pagaré el servicio. Si es la misma agua sucia y salada, no pagaré ni un centavo”, asegura Gay Sterling, quien vive en el Reparto Miraflor en el barrio Santa Rosa. Además, teme que ese nuevo servicio de agua sea muy caro. “Yo y mis generaciones pasadas hemos crecido jalando agua de los pozos, no me interesa estar pagando agua cara. Lo seguro es lo que he hecho toda la vida”, afirma la joven.
En la actualidad, los costos de facturación de agua salobre que provee Enacal son variables en Bluefields. Por ejemplo, una familia con seis miembros puede pagar un promedio de 200 córdobas mensuales por el servicio que sólo llega menos de una hora diario a las tuberías. Mientras que un pequeño negocio factura unos de 450 córdobas mensuales. ¿Cuánto podría pagar esta misma familia y negocio en el hipotético caso que el sistema de agua en Bluefields funcione y se cuente con 24 horas ininterrumpidas? Es algo que tampoco aclaran las autoridades de Enacal.
Argenis Terry Chavarría tiene tres años de tener el Hospedaje el Tucán, ubicado cerca de la bahía de Bluefields. Señala que actualmente el agua llega a su negocio entre 45 y 60 minutos tres veces por semana.
“Tienes que levantarte temprano porque llega entre las 5 y 6 de la mañana, se recoge el agua en barriles y se guarda para el uso de los huéspedes… y cuando no viene, tenemos que pagar para conseguir el agua en algún pozo”, dice Chavarría. En el verano el problema es mayor, porque en algunas ocasiones no hay servicio hasta ocho días. “En el verano tenemos que pagar más a los que jalan agua, porque tienen que traerla de más largo, ya que la mayoría de pozos se secan”, lamenta.
Estos días son claves para Bluefields. Otra promesa para acabar su larga y salada sequía está a punto de ser verdad o falsedad, como ha sucedido en el pasado. En las calles de esta capital caribeña, lo que más desean sus ciudadanos es que el agua corra siempre a través de sus grifos.