Tras una computadora o un equipo telefónico se ocultan muchos rostros… y hay todo un mundo por descubrir.
Ésto puede ser negativo o positivo para el ser humano, pero para un menor de edad o adolescente -el segmento más vulnerable de la población- puede ser un peligro, ya que por su ingenuidad e inexperiencia puede caer en el terrible mundo del grooming.
Una práctica de la que no pudo escapar la pequeña Blanca, a quien llamaremos así para resguardar su integridad. Pero…
¿Qué es grooming?
De acuerdo al psicólogo Róger Martínez, este es un término anglo que se refiere al acoso cibernético que involucra a un adulto que busca acercamiento con una persona menor de edad para ganarse su confianza, con la finalidad de involucrar en la interacción aspectos sexuales.
El especialista aconseja estar atento a los cambios y señales que pueda presentar el menor cuando cae en este tipo de círculo.
“Cuando el niño al inicio se muestra entusiasmado con un amigo cibernético, pero después cambia este estado, ese es un signo de que algo no está yendo bien en la interacción con ese ‘amigo’”, refiere.
Otra de las señales es que los menores hablan menos de lo que están compartiendo “y hasta cierto punto ocultan esos contactos, porque algo está ocurriendo y es posible que el menor de edad esté siendo presionado para estar dentro del ‘círculo de confianza’ del acosador”, manifiesta.
Savethechildren.es cita en su sitio web que la práctica del grooming tiene diferentes niveles de interacción y peligro: desde hablar de sexo y conseguir material íntimo, hasta llegar a mantener un encuentro sexual.
“Se trata de un proceso en el que se produce un vínculo de confianza entre la víctima y el acosador. Este intenta aislar poco a poco al menor y lo consigue desprendiéndolo de su red de apoyo (familiares, profesores, amigos, etc.) y generando un ambiente de secretismo e intimidad”, añade la página.
Perfil de un pedófilo
Martínez destaca que un pedófilo o acosador puede ser alguien que en su propia infancia fue abusado sexualmente, cuya experiencia pueda llevarle de adulto por la senda de la pedofilia.
“Es un individuo que siente atracción por personas menores de edad por carencias afectivas no resueltas con adultos que las buscan con los niños”.
Son gente que se muestran simpáticos con los niños, les ofrecen o prometen regalos de gran costo, consideran los tocamientos sexuales ‘normales’ y como formas de demostrar cariño.
Buscan estar en una posición de superioridad que les permita tener autoridad sobre el menor. Son personas con baja autoestima e inseguridad”, apunta.
¿Por qué buscan a los menores?
De acuerdo a Martínez porque son más fáciles de impresionar, porque estos tienden a entregar más rápido la confianza, sobre todo si el adulto se muestra simpático y bondadoso.
“Las personas menores de edad no presuponen un esfuerzo para agradarles, ni tienen un esquema amplio de qué conductas identificar en un posible abusador por ende es más fácil para el pedófilo enmascararse”.
Medidas de seguridad
Entre las medidas de seguridad que deben tomar los padres de familia para que sus hijos no caigan en las garras de un pedófilo, el profesor Carlos Leal, especialista en tecnología educativa, menciona que en primer lugar los niños pequeños no deberían tener acceso a internet.
“Si uno lee las políticas y los términos de servicios de las mayorías de las empresas de internet, son claros para decir que es un servicio para mayores de edad”.
“En algunos casos las redes sociales indican que hay que ser mayor de 15 o mayor de 18, pero si el niño va a acceder a internet no debería poseer una cuenta propia.
Si va a tener acceso a un dispositivo, debería de hacerlo con la cuenta del papá o de la mamá.
“Así esa persona mayor, si recibe algún correo, algún tipo de acoso o algún mensaje inadecuado lo va a detectar”, aconseja el experto.
Leal comparte que para tener una mayor supervisión de lo que hacen sus pequeños en redes, hay distintas aplicaciones para control parental y éste puede habilitarse tanto en computadoras de escritorio como celulares y tablet.
“Los sistemas modernos, sean Android o IPhone, permiten tener un perfil limitado donde se pueden marcar las aplicaciones utilizadas por un usuario”.
“Por ejemplo, si yo tengo mi celular y se lo doy a uno de mis hijos, puedo cambiar a otro escritorio donde sólo están las aplicaciones que yo les diga que van a usar”.
“Además, de la privacidad de ellos también protejo la mía, pues efectivamente podrían leer una comunicación personal o tal vez del trabajo y contestarla, eso también es peligroso”, señala el experto.