Mientras Ortega impone lealtades en el Caribe, Anexa Alfred lleva la voz indígena a la presidencia de un órgano clave de la ONU

La abogada miskita Anexa Alfred Cunningham, defensora de derechos humanos y desterrada por el régimen nicaragüense, asume la presidencia del Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas.

En contraste con la estrategia del régimen sandinista que impone figuras caribeñas en cargos públicos para legitimar una política que somete y violenta los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes, Alfred ha optado por otro camino: el de la resistencia desde el exilio, fiel a los principios de su comunidad y al mandato colectivo de defensa de la tierra, la identidad y la libre determinación.

Desde su nuevo cargo en la ONU, Alfred asesorará a gobiernos y pueblos indígenas en todo el mundo, elevando las voces históricamente marginadas de territorios como la Costa Caribe de Nicaragua.

Voz firme de los pueblos indígenas

Graduada en Derecho por la Universidad Centroamericana (UCA) y con una maestría en Derechos y Políticas Indígenas por la Universidad de Arizona (EE.UU.), Anexa Alfred ha dedicado su vida a la defensa del territorio, la autonomía y los derechos colectivos de los pueblos indígenas y afrodescendientes.

Ha trabajado en organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, desde donde ha llevado la voz de los pueblos originarios a espacios históricamente vedados para ellos.

Reconocida por su liderazgo, castigada por su compromiso

En 2024, la revista Forbes la incluyó entre las 12 mujeres nicaragüenses más influyentes de Centroamérica, destacando su aporte en la defensa de derechos humanos y el liderazgo indígena.

Sin embargo, su trabajo también ha sido blanco de represalias. En julio de 2022, el régimen de Nicaragua le negó el ingreso al país tras su participación en una sesión del MEDPI en Ginebra, Suiza. La acción fue condenada por organizaciones internacionales y evidenció el alto riesgo que enfrentan quienes denuncian violaciones de derechos humanos en contextos de represión.

Desde entonces, Alfred vive en el exilio en Suiza, convertida en una de las múltiples voces indígenas desterradas por la dictadura de Daniel Ortega. Cientos de indígenas han sido forzados a huir de la Costa Caribe ante la violencia, el despojo territorial y la persecución política.

“No vengo sola”

Durante su toma de posesión, Alfred reafirmó su compromiso con las luchas colectivas de los pueblos indígenas:

“Asumo esta presidencia como un mandato colectivo. No vengo sola: me acompañan mi pueblo miskitu, las voces ancestrales de nuestros mayores, las memorias, resistencia, esperanzas de mi pueblo y la de otros pueblos del mundo, y con el compromiso inquebrantable de contribuir en la cristalización de las demandas históricas de los pueblos indígenas del mundo al respeto, justicia, tierra, territorio, identidad y libre determinación”.

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