El 30 de mayo de 2025, Día de las Madres en Nicaragua, falleció Dalila Josefina Marquinez Garth, mejor conocida como “La Popó”, una mujer que vivió con intensidad, contradicciones y fuerza. Tenía 60 años de edad y era una figura reconocida en la Costa Caribe, por su voz potente, su defensa de los derechos de la comunidad afrodescendiente y su pasión por el béisbol.
Madre de cinco hijos dos varones y tres mujeres, Dalila era un símbolo de identidad costeña. Desde joven enfrentó la maternidad con miedo, pero con la determinación de salir adelante.

En sus propias palabras, fue una mujer que evolucionó: de una juventud tímida y disciplinada a una adultez marcada por experiencias duras, como la venta de drogas, que ella misma reconocía y condenaba.
“Ese dinero es maldito”, decía con franqueza al recordar aquella etapa de su vida. Fue el amor por sus hijos y su fe cristiana lo que la llevó a dejar ese camino.
Dalila encontró en la radio un espacio para expresar su pensamiento. “Nunca había trabajado en radio, pero sabía que Dios me había dado ese don”, afirmaba sobre su programa en criol Take a Look Around, transmitido por Bluefields Estéreo, emisora del Gobierno Regional. Su voz enérgica se convirtió en referente cotidiano. Afirmaba que las dolencias que padecía —diabetes y presión alta— eran consecuencia de cargar con los problemas del pueblo. Aun así, no dejaba de levantar su voz ante el abuso de poder.
“La Popó” era también la fanática número uno del equipo de béisbol Costa Caribe. Su grito de “Winamba” resonaba en cada estadio. Para ella, ese equipo era parte de su identidad, una herencia que había recibido de su madre, Graciela Garth, conocida como “La Puna”.

Como figura pública y comunitaria, La Popó fue objeto de reconocimiento, pero también de instrumentalización. Su prestigio como líder popular no pasó desapercibido por quienes ejercen el poder político. En 2010, recibió una oferta de trabajo estable, justo cuando su influencia en la comunidad era más visible.
Su capacidad para movilizar masas, su voz influyente en criol y su legitimidad como mujer afrodescendiente fueron aprovechadas para suavizar críticas e integrar figuras incómodas al aparato del poder regional.
Esta práctica, común en sistemas donde la política se mezcla con los intereses partidarios, busca silenciar voces disonantes mediante el otorgamiento de espacios institucionales a líderes naturales, desplazando su autonomía con incentivos como empleos, cargos o programas.

A pesar de eso, La Popó mantuvo una línea crítica frente a las injusticias sociales, particularmente contra el abuso de autoridad. Siempre expresó su descontento cuando los problemas de la gente no eran resueltos.
En sus últimos años, expresó con orgullo su rol como madre y mujer negra. “Nosotras las madres sabemos ser madre y padre para nuestros hijos”, decía. Su legado queda en su comunidad, en su voz fuerte y clara, y en su ejemplo de transformación y compromiso social.
Hoy, Bluefields despide no solo a una activista, sino a una hija de la Costa Caribe que supo enfrentarse a sus sombras y brillar con luz propia.

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