Ana Maria con turistas

“La vida me enseñó que cuando se quiere, se puede”

Siendo una mujer indígena Miskitu, no se detuvo a contemplar las dificultades como, el rechazo, la exclusión, el racismo y machismo. Ella encontró en las adversidades, la oportunidad para reiniciar y reinventarse, a tal punto que hoy, la posicionan como una mujer con grandes posibilidades para resurgir. 

Por Ileana Lacayo, Kalúa Salazar y Jesús Salgado

“Una de las cosas difíciles que recuerdo de niña es, desenvolverme en un lugar donde nadie habla Miskitu, donde sentís esa discriminación por tu etnia, por tu idioma, por tu color, por tu sexo, eso me ponía triste por no ser igual que los otros niños, pero el amor de mi padre era mayor que todos esos prejuicios y una vez me dijo: 

“Mira amor, ¿cómo son las flores del jardín? Imagínate un jardín donde hay un solo tipo de flor, un solo color, con las flores iguales y mira otro con las flores de diversos colores y diversos tamaños ¿Cuál es el más bonito? Yo le respondí, donde hay flores de diversos colores y él me dijo: así es, el mundo, es diverso, lamentablemente mucha gente no tiene la capacidad de ver la belleza en otras personas, pero usted tiene que creer en usted”.  Esa enseñanza de mi padre, dejó en mí, las posibilidades que tengo como mujer indígena y de valerme por mí misma,

Recuerda Ana María. 

Hace algunos años, Ana María, se desempeñaba como maestra de educación primaria, en la escuela de la comunidad. Desde entonces, ya ejercía su liderazgo, siendo una maestra confiable, capaz, sociable y carismática. Los lugareños la llaman la profesora Ana María. 

Rama Cay, es un islote, ubicado al sur de la Bahía de Bluefields. Está a quince kilometros de la Ciudad de Bluefields. Es el principal asentamiento del Pueblo Indígena Rama. 

Según el censo del Gobierno Territorial Rama Kriol del año dos mil seis, en Nicaragua habitan un poco más de 1,600 ramas, constituyendo el Pueblo Indígena más pequeño en cuanto a población. Comparten con los Kriol, un territorio de 4.068 km2 de tierra y 4.413 km2 de mar, al sur de Bluefields, la capital del Caribe Sur de Nicaragua.

En este territorio, se ha pretendido desarrollar grandes proyectos de país, como el Canal Interoceánico y Puerto de Agua Profunda. Las gestiones de estos dos proyectos, han desatado una interminable migración de colonos o terceros al territorio y los gobiernos de turno, han tomado decisiones, sin realizar la consulta previa e informada de los Rama, tal cual mandata la ley de Autonomía o Ley 28, que rige en las dos Regiones Autónomas de Nicaragua.

Becky, tiene el mérito de ser la primer mujer Indígena Rama, en graduarse en derecho. Tiene dieciséis años de trabajar en la defensa y organización del Territorio Rama Kriol, luchando por el derecho al territorio ancestral y a la conservación del bosque, de su Pueblo.

Como muy pocas mujeres, ella participaba en las actividades de su comunidad. La designan también, como responsable de la radio emisora comunitaria Caribean Pearl, que la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua (URACCAN), con el apoyo de la Ayuda Popular Noruega (APN), instalaron, para mejorar la comunicación en la cuenca del Municipio Laguna de Perlas. 

Ingresó a URACCAN, para estudiar la carrera Comunicación Intercultural, la que le ha servido no solo en su trabajo como responsable de la radio emisora, sino que, en los diversos niveles del gobierno local o responsabilidades asumidas. 

Incursiona también en la política, al ser electa como concejal municipal y como presidenta de la organización política YATAMA, un movimiento que agrupa a la comunidad indígena y afrodescendiente. 

“Ser Miskitu y ser mujer, es como doble cosa que se tiene en contra. Cuando incursioné en la vida política, eso fue uno de los retos más grandes que asumí, porque si fuera por parte de los hombres, uno como mujer, no puede llegar a ser la lideresa o la presidenta de una organización política, los hombres no confían en la capacidad de las mujeres, pero por suerte, en YATAMA, quienes deciden, son las asambleas comunitarias y a mano alzada pueden votar y elegir a sus representantes. Así fue que salí electa”.

Durante cinco años, se desempeñó como defensora pública en materia de familia.  Actualmente, acompaña a las comunidades del sureste del territorio y la Reserva Indio Maíz, en el proceso de saneamiento de los territorios del Gobierno Territorial Rama y Kriol (GTR-K).

Como muy pocas mujeres, ella participaba en las actividades de su comunidad. La designan también, como responsable de la radio emisora comunitaria Caribean Pearl, que la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua (URACCAN), con el apoyo de la Ayuda Popular Noruega (APN), instalaron, para mejorar la comunicación en la cuenca del Municipio Laguna de Perlas. 

Ingresó a URACCAN, para estudiar la carrera Comunicación Intercultural, la que le ha servido no solo en su trabajo como responsable de la radio emisora, sino que, en los diversos niveles del gobierno local o responsabilidades asumidas. 

Incursiona también en la política, al ser electa como concejal municipal y como presidenta de la organización política YATAMA, un movimiento que agrupa a la comunidad indígena y afrodescendiente. 

“Ser Miskitu y ser mujer, es como doble cosa que se tiene en contra. Cuando incursioné en la vida política, eso fue uno de los retos más grandes que asumí, porque si fuera por parte de los hombres, uno como mujer, no puede llegar a ser la lideresa o la presidenta de una organización política, los hombres no confían en la capacidad de las mujeres, pero por suerte, en YATAMA, quienes deciden, son las asambleas comunitarias y a mano alzada pueden votar y elegir a sus representantes. Así fue que salí electa”. 

ANA MARÍA FAJARDO HOOKER

Ana María destaca que, ese era el momento de representar a su pueblo y de abrir puertas a las mujeres a incursionar en la política, “porque con el machismo, los hombres piensan y nos hacen sentir, que no nacimos para ser líderes, que nosotras solo podemos ser ama de casa, para cocinar, limpiar, lavar y cuidar a los niños. Eso no es cierto, las mujeres somos capaces, tanto como ellos y mucho más”, señala y considera que, tras su paso, abrió las posibilidades para que las mujeres Miskitu, puedan participar en las organizaciones políticas, sin el temor al desprecio de los hombres. 

“Lo primero que me dio las ganas o las fuerzas de asumir esa responsabilidad, era ser un ejemplo más para las mujeres indígenas Miskitu, demostrar al hombre machista que las mujeres sí podemos”. 

Siendo maestra, directora de radio, concejal, presidenta de YATAMA en el Caribe Sur, eran ya demasiadas responsabilidades, piensa Ana María. Pero en la vida, ninguno de nosotros está preparado para perder a sus padres, aun siendo mayorcitos, casados o con hijos. Eran sus padres, quienes estaban al frente del negocio familiar, el hotel “Slilma” (Estrella, en Miskitu), en Laguna de Perlas. 

“A veces, uno toma decisiones en momentos difíciles. Cuando yo era la líder de un partido político regional, tenía a mis padres vivos, entonces, ellos estaban al frente del negocio. Al fallecer ambos, yo me dije, siempre he estado al mando de otras personas o de un jefe, cuando yo tengo un negocio que heredé por el sacrificio de mis padres por más de 30 años, así lo asumí, porque no podía dejar caer lo que ellos habían hecho”. 

De esa manera, Ana María se desprende de las diversas ocupaciones, deja atrás a sus jefes y el trabajo que hacía para otros y se concentra en fortalecer su negocio. “Una cosa muy importante es creer en uno mismo, a veces nos sale una idea y nos sub estimamos, hay no, que eso no va a funcionar y ese es un grave error, una debilidad que a veces como persona, lo pasamos”, comenta. 

El tiempo ha transcurrido y el hotel va funcionando con días buenos y regulares, pero lo que Ana María desconocía era, lo que estaba por llegar, crisis, pandemia, dificultades, incertidumbre, primero por la crisis sociopolítica del 2018 y después, para rematar, la pandemia del Covid-19.  

“A partir de la crisis nacional, prácticamente el hotel estaba en cero, no estábamos haciendo nada, entonces me preocupé mucho, en ese momento pensé, quizás deba regresar a trabajar como profesora a la escuela, o talvez volver a la política, era una situación muy difícil, incluso pensé en salir del país”.

¿Qué detuvo tu idea de salir del país?

“Fueron mis hijos…yo no tengo esa fuerza de salir y dejar a mis hijos. 

Después dije, no, no puede ser, debo de hacer algo. Fue esa dificultad, nuestra crisis nacional la que me obligó, me forzó a sacar nuevas ideas”.  

Ana María observó que, ya no había turistas extranjeros, ni mochileros, ni de los que llegan a visitar los Cayos Perlas, entonces, había que hacer algo y pronto. 

“Vi que a nuestra gente le gusta de Laguna de Perlas, tenía necesidad de tener servicios de comida rápida como los fritos, los tacos y las hamburguesas y me dije: si hubiera un lugar donde pueda ir a comer eso, cómodamente, de calidad  y ser tratado con amabilidad, así que, agregué al servicio de hotel, el servicio de restaurante; eso fue un boom, fue todo un éxito”.

También, agregó al servicio de gastronomía, un tour por los Cayos Perlas. Ahora, ofrece paquete de turismo comunitario con gran valor histórico. Los visitantes, pueden elegir comunidades afrodescendiente y Miskitu de la Cuenca de Laguna de Perlas, que incluye narraciones de anécdotas, historias de sus comunidades y elementos culturales, siendo esta oferta un salvavidas para enfrentar la difícil situación económica. 

Posteriormente, llegó la pandemia del Covid-19, otro problema que debe enfrentar Ana María, la familia y el negocio.

Ingresó a URACCAN, para estudiar la carrera Comunicación Intercultural, la que le ha servido no solo en su trabajo como responsable de la radio emisora, sino que, en los diversos niveles del gobierno local o responsabilidades asumidas. 

Incursiona también en la política, al ser electa como concejal municipal y como presidenta de la organización política YATAMA, un movimiento que agrupa a la comunidad indígena y afrodescendiente. 

¿Pero, como es posible emprender en medio de una pandemia? 

“Yo, jamás pensé vivir una situación de pandemia a nivel mundial. Cuando llegó el Covid-19, la venta de comidas bajó, pero, otra vez había que replantearse y preguntarse: ¿Qué hago? ¿Qué vamos a hacer para vivir? Entonces me nace otra idea, la gente está en casa, necesita comer algo, ¿por qué, no les llevamos la comida a casa? 

“Cuando le comenté a una amiga, hacer el delivery de comida, me dijo que “eso no va a funcionar aquí, porque es una comunidad, eso solo funciona en las grandes ciudades. Y ya vez, ahora tenemos delivery y la gente lo pide, fui la primera con ese tipo de servicio en la comunidad”.

Ana María, no se quedó viendo cada desafío, cada situación difícil que enfrentó, ella pudo y confió en el amor de sus padres, en su capacidad de actuar, decidir, emprender y aprender a vivir en situaciones adversas. “Una de las cosas de niña y como joven, que tuvo mucho impacto en mí, es la enseñanza que uno recibe en casa y los valores transmitidos de mis padres”. 

Actualmente, Ana María es dueña de su propio negocio, el Hotel “Slilma”. Junto a su familia y su personal, atienden a visitantes locales, nacionales e internacionales, haciendo turismo sostenible y comunitario. Ella se esfuerza, para que sus hijos y su comunidad Pearl Lagoon, continúen siendo un lugar agradable para vivir. 

“Nosotras como mujeres, necesitamos creer en una misma, no importa qué idea te venga a la mente, debes creer en ti, debes tomar ese paso, quizás, en el primer intento nos caigamos, pero lo importante es seguir intentando, seguir plantando esa semilla”.