Familiares de pescadores desaparecidos en la bahía de Bluefields

Un mar de riesgos: Así es el trabajo de los pescadores de la Costa Caribe nicaragüense  

La Costa Caribe de Nicaragua, donde el mar es fuente de vida y sustento, se ve ensombrecida por una trágica realidad: los naufragios.

Estas tragedias, lejos de ser incidentes aislados, revelan una precaria situación laboral y una alarmante falta de seguridad para quienes se dedican a la pesca. Dos naufragios, el del “Johana Betsey” hace siete años y el del “Scorpion 1” en 2024, han dejado una profunda herida en la comunidad de Bluefields, Caribe Sur de Nicaragua, sumiendo a más de 22 familias en el dolor y la incertidumbre.

En este especial de Noticias de Bluefields conocé más a fondo sobre las dimensiones de esta tragedia que marcó la vida de toda una región.

INFOGRAFIA 1. Los naufragios en la Costa Caribe evidencian la vulnerabilidad de un pilar económico esencial para Nicaragua.

El Dolor de la Ausencia: El Caso de Job

En la navidad de 2024, la familia de Job Eliú Guillén García, un joven pescador de 25 años experimentó un vacío inevitable. Job fue uno de los nueve fallecidos en el naufragio del “Scorpion 1”, que zarpó de Bluefields el 14 de julio con 11 pescadores a bordo. Solo dos sobrevivieron. A pesar de las condiciones climáticas adversas, con tormentas, la embarcación recibió autorización para zarpar. El cuerpo de Job fue encontrado en aguas marítimas de Costa Rica y fue repatriado a Bluefields, permitiendo a su familia darle un último adiós, una oportunidad que no tuvieron las familias de los otros pescadores.

Desde los 13 años, Job se dedicó a la pesca para mantener a su familia. Antes de encontrar su pasión en el mar, ofrecía sus servicios como taxista y también se dedicó al periodismo. Influenciado por sus hermanos y atraído por las oportunidades económicas que ofrecía la pesca, Job se convirtió en un miembro querido de la comunidad, reconocido por su espíritu inquieto, carisma y generosidad. Solía compartir langostas, camarones y peces no solo con su familia sino también con la vecindad. Su madre, Alba Seferina García, lo recuerda con cariño: “Siempre traía pescado para compartir”. Sin embargo, como otros pescadores, Job enfrentaba un alto riesgo cada vez que zarpaba por la falta de medidas de seguridad de las embarcaciones y el mal tiempo.

Testimonios de Alba García y Francisco Guillén, madre y padre del marino Job Guillén, junto a su primo David Rizo Zelada, comparten sus vivencias sobre la vida de Job.

Un sector vital, pero precario e inseguro:

La pesca es crucial para la economía de la Costa Caribe, generando millones de dólares en exportaciones. Sin embargo, esta riqueza no se traduce en mejores condiciones para las personas pescadoras artesanales que arriesgan sus vidas ante la falta de alternativas laborales. Como lamenta Alba Seferina, “Ellos se van al mar con la ilusión de volver, pero no saben si regresarán vivos”.

INFOGRAFIA 2   La dinámica del sector pesquero refleja el impacto de los naufragios en las exportaciones del recurso.

La pesca representa una importante fuente de ingresos para Nicaragua, con exportaciones que superaron los 250 millones de dólares en 2022, según datos del Centro de Trámite para las Exportaciones (CETREX) y que alcanzaron los 23 millones de dólares en el primer semestre de 2024 solo a China, según Edward Jackson, presidente ejecutivo del Instituto Nicaragüense de la Pesca y Acuicultura (Inpesca). Sin embargo, esta bonanza no se traduce en mejoras en la seguridad laboral para los pescadores artesanales.

Francisco Guillén, padre de Job, denuncia con indignación que “los pescadores trabajan como si fueran desechables”. Las embarcaciones carecen de equipamiento básico de seguridad como chalecos salvavidas, balsas de emergencia y sistemas de monitoreo. Además, no cuentan con seguros de vida ni respaldo en caso de accidentes.

La región se enfrenta a tragedias marítimas que revelan serias deficiencias en los protocolos de seguridad. Para David Rizo Zelada, primo de Job, la prevención es crucial. “Si las embarcaciones estuvieran en mejores condiciones y las autoridades actuaran con mayor celeridad, muchas vidas se salvarían”, declara. Rizo recalca que, incluso, días después del naufragio aún había esperanza de rescate.

El caso del Johana Betsey

El naufragio del “Scorpion 1” no es un caso aislado. El 29 de junio de 2017, el pesquero “Miss Johana Betsey” naufragó con 13 marinos a bordo. Solo se encontró el barco y los cuerpos de tres pescadores. Diez familias quedaron sin la posibilidad de despedir a sus seres queridos.

La adolescente Aracely Lazo González hija del marino desaparecido Ronaldo Lazo, en compañía de su madre Gloria González en la graduación del quinto año de bachillerato en diciembre del 2024. Cortesía / NB

Aracely Lazo González, de 17 años, quien se graduó de secundaria a finales del año pasado, aún siente la ausencia de su padre, Rolando Lazo Villareal, uno de los desaparecidos en este naufragio. Rolando, quien se dedicaba a la pesca desde antes del nacimiento de su hija, buscaba sustentar a su familia. Aracely relata con angustia que el barco en el que murió su padre no estaba diseñado para tantas personas ni para las condiciones del mar abierto.

La necesidad de mantener a su familia lo impulsó a embarcarse. “Mi mamá me contó que él se volvió más responsable desde que estaban juntos. Trabajaba para proveer, pero nunca imaginamos que pasaría esto”, dice Aracely, embargada por la nostalgia y la resignación.

INFOGRAFIA 3.  Se evidencia una distorsión al priorizar el sector pesquero, pese a que la explotación de los recursos se concentra en esta región del país.

Testimonios de dolor y pérdida

Fermina Aragón Mendoza, madre de Genaro González, uno de los tripulantes fallecidos en el naufragio del Scorpion 1, en julio del año pasado, recuerda con profundo dolor el día en que supo de la tragedia: “Cuando me dijeron que el barco desapareció, se me vino el mundo encima. Trabajaba en una panadería, pero el dolor me impidió continuar”.

Genaro, descrito por su madre como un joven humilde y tranquilo, se había adentrado en el mar con la esperanza de reunir dinero para la subsistencia de su familia. “Él compartía lo poco que traía del mar, siempre nos regalaba pescados a mí y a las amistades”, relata Fermina. A pesar del tiempo transcurrido, el dolor persiste: “Cada madre que ha perdido a un hijo siente lo mismo. El Señor es el único que puede darnos la fuerza para seguir adelante”.

Fermina hace un llamado a las autoridades y a los jóvenes pescadores para que prioricen la seguridad: “Yo les recomendaría no salir al mar cuando hay mal tiempo. Mejor que trabajen en tierra, porque las que sufrimos somos las madres, y ya no los volvemos a ver”.

VIDEO 2. Testimonio de la señora Fermina Aragón Mendoza, madre del marino Genaro González

Zuny Rivera Navarro, madre de Alder Alvarado, otro de los pescadores desaparecidos en el Scorpion 1, recuerda que ese fue el último viaje de su hijo, quien cumpliría 30 años en julio, el mes de la tragedia. A pesar del mal tiempo, Alder le explicó que saldrían a dejar nasas. Su madre lo recuerda como un joven trabajador y dedicado. Ella señala directamente al dueño del barco Scorpion 1, Leslie Downs y a las autoridades navales por negligencia: “Todas esas muertes están sobre una sola conciencia”.

Destaca también el crucial papel de la comunidad de Bluefields en la búsqueda, en contraste con la inacción de las instituciones. La familia de Alder aún lucha por aceptar su ausencia: “Cada día que pasa, la esperanza de que regrese se apaga un poco más, como una vela”, comparte su madre.

Zuny, junto a otras familias afectadas, exige mayores controles y supervisión en las actividades pesqueras: “Los dueños de los barcos deben preocuparse más por la vida de sus tripulantes que por sus intereses económicos”.

VIDEO 3. Testimonio de la señora Zuny Rivera Navarro, madre del marino Alder Alvarado

Madre navegó hasta Costa Rica en busca de su hijo

Tras recibir la fatídica noticia, Sorayda Jiménez, emprendió una incansable búsqueda de su hijo Kenny Hernández y salió de Bluefields abordo de una embarcación rápida llegando hasta la Barra de Colorado en Costa Rica, desafiando condiciones climáticas adversas.

Su hijo era un experimentado pescador con seis años de trayectoria en el mar. Sorayda recuerda que Kenny le había expresado su preocupación sobre las condiciones del barco antes de zarpar. “Es un dolor muy grande, en la casa se siente la ausencia. No tengo palabras para decirlo porque es algo como que, si nos han desgarrado por dentro”, expresó Sorayda.

La familia del marino Juan Carlos Zambrana Matute, de 30 años, quien también falleció tras el naufragio de la embarcación Scorpion 1, pudo darle el último adiós.  Su cuerpo fue encontrado el 21 de julio de 2024 en las playas de Tortuguero, Costa Rica y tras meses de espera, la familia logró repatriar sus restos el 19 de enero de 2025. El cuerpo fue identificado a través de una prueba genética realizada a su madre Norma Matute.

VIDEO 4. Testimonio de la señora Sorayda Jiménez, madre del marino Kenny Hernández

Economía familiar vulnerable

La pesca es la principal fuente de ingresos para muchas familias en el Caribe nicaragüense. Sin embargo, dependen de las condiciones climáticas y las temporadas de pesca. Un pescador experimentado puede ganar hasta 50,000 córdobas (USD 1.365,21) en una jornada de 45 días, pero este dinero debe alcanzar para cubrir las necesidades básicas durante varios meses. Esto incluye el pago de alimentos, ropa, calzado, medicina y los servicios de agua y electricidad. 

Las familias de los pescadores fallecidos han recibido compensaciones económicas insuficientes y pensiones que apenas cubren una fracción de sus necesidades. La falta de apoyo financiero y el escaso seguimiento por parte de las autoridades agravan su situación. Aunque no hay una cifra oficial, una fuente señala que las 13 familias afectadas recibieron poco más de 100,000 córdobas (unos USD 2,730) cada una, en dos pagos: primero 40,000 córdobas (USD 1,090) y el resto a lo largo de un año.

La pesca es la principal fuente de ingresos para muchas familias en el Caribe nicaragüense. Sin embargo, dependen de las condiciones climáticas y las temporadas de pesca. Un pescador experimentado puede ganar hasta 50,000 córdobas (USD 1.365,21) en una jornada de 45 días, pero este dinero debe alcanzar para cubrir las necesidades básicas durante varios meses. Esto incluye el pago de alimentos, ropa, calzado, medicina y los servicios de agua y electricidad. 

VIDEO 5. Testimonio de la joven Aracelly Lazo González, hija del marino Rolando Lazo Villareal

La familia de Ronaldo recibió una pequeña compensación del dueño del barco Eduardo Zeledón. Aracely, la hija de Ronaldo, percibe una pensión mensual del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) de poco más de 1,000 córdobas (USD 27,30) que no le alcanza para mucho. “Lo que recibimos es muy poco para lo que cuestan las cosas hoy en día”, lamenta. La madre de Aracely trabaja en un comercio local para sustentar su hogar.

La trágica muerte de Job dejó a su familia en una situación económica crítica, pues él era el principal proveedor. Su padre y madre, de avanzada edad, agradecen la solidaridad de la comunidad, pero manifiestan su decepción por la falta de respuesta de las autoridades en la investigación del caso. Viven en una humilde vivienda de madera en el barrio San Mateo, municipio de Bluefields, propiedad de una hija que, con gran esfuerzo, intenta cubrir las necesidades básicas de sus padres: alimentos, servicios básicos y medicinas.

Según el Instituto Nicaragüense de Información para el Desarrollo (Inide), la canasta básica en Nicaragua supera los 21,000 córdobas (USD 580), lo que refleja la extrema vulnerabilidad de las familias de pescadores, cuyos ingresos apenas les permiten cubrir gastos por dos meses. Esta precariedad se agrava durante la veda de la langosta (abril-junio), cuando, ante la falta de alternativas, algunos pescadores recurren a empleos informales o a la fabricación de nasas, a cambio de una ayuda estatal de 500 córdobas (USD 13) mensuales.

A pesar de la propaganda estatal de bonanza, el octavo sondeo de Percepción de la Realidad Política, Social y Económica de Nicaragua realizado por de Hagamos Democracia en septiembre de 2024, revela que el 99.5% de las personas nicaragüenses tiene una mala percepción sobre el futuro del país. 9 de cada 10 afirman que sus ingresos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas. Esta percepción se contrapone con las cifras del Banco Central de Nicaragua (BCN), que proyecta un crecimiento económico del 3.5% al 4.5% para 2025.

Sin embargo, para las familias pesqueras del Caribe, la falta de oportunidades laborales las obliga a continuar con esta actividad, a pesar del enorme riesgo que representa para sus vidas.

FOTO 2 La familia del marino Juan Carlos Zambrana Matute con sus restos recuperados en aguas de Costa Rica y entregados en enero de este año.

Mujeres a la deriva económica

En Bluefields, una región donde seis grupos étnicos comparten la vida, las familias de los pescadores fallecidos en los naufragios enfrentan desafíos económicos y sociales muy serios. En este contexto, las mujeres se han convertido en líderes de sus hogares, luchando por sacar adelante a sus familias con trabajos informales como ventas ambulantes, limpieza y comercio.

Diecinueve mujeres ahora tienen que encargarse de la economía y el bienestar emocional de sus hogares. Esto es muy difícil en una región con pocas oportunidades para ellas y donde el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo no ofrece muchos servicios básicos. No hay programas públicos ni privados que apoyen a estas mujeres, a sus hijas e hijos.

“Vivimos en casa de nuestra hija que está trabajando en Estados Unidos, y ahora dependemos de su ayuda para nuestras enfermedades”, cuenta Alba Seferina García, madre de Job Guillén, una de las víctimas del naufragio del Scorpion.

En esta comunidad, donde las familias son numerosas y se ayudan mutuamente, abuelas y abuelos juegan un papel importante en el cuidado de la niñez. Pero la falta de servicios básicos hace que la situación sea aún más difícil. Según datos del Ministerio de Educación de Nicaragua (MINED), Bluefields tiene 28 escuelas primarias, pero no hay guarderías para el cuidado de la niñez. Además, solo hay un hospital regional, y para casos graves o que requieran alguna especialidad, las familias tienen que viajar durante ocho horas hasta Managua o esperar meses para ser atendidas por el seguro social, si es que lo tienen.

Las familias de los pescadores son doblemente vulnerables: primero, por la falta de seguridad que causó la muerte de sus seres queridos, y después, por la falta de apoyo del régimen. Aunque las autoridades dijeron que ayudaron durante la búsqueda y el traslado de los cuerpos, las mujeres quedaron sin protección a largo plazo, teniendo que cargar con el peso de mantener a sus familias en un lugar donde no hay oportunidades para su bienestar.

A pesar de todas estas dificultades, estas mujeres son muy fuertes y luchan por sobrevivir y sacar adelante a sus familias. Sin embargo, es urgente que se creen políticas públicas que incluyan a estas mujeres y que garanticen que tengan acceso a servicios básicos, que se desarrolle la comunidad y que haya igualdad para las mujeres de Bluefields.

El Mapa Interactivo del Programa Usura Cero, que promete con créditos accesibles el desarrollo de las mujeres, indica que, en el municipio de Bluefields, se han entregado 6,540 créditos con un monto de 55 millones 917 mil 700 córdobas (USD 1,526,792.32). Sin embargo, este programa no ha alcanzado a las familias de estos pescadores.

Deficiencias en la seguridad y el marco legal

La tragedia del naufragio del Scorpion 1 revela serias deficiencias en los protocolos de seguridad marítima: la tardía respuesta de las autoridades y la falta de equipamiento básico, como balsas salvavidas y sistemas de monitoreo efectivos, pudieron haber contribuido a la magnitud de la tragedia. La falta de protocolos estrictos y el uso de embarcaciones inadecuadas son temas urgentes. Esta situación contrasta con la realidad de los pescadores, quienes, ante la falta de oportunidades, enfrentan un mar de riesgos, donde el trabajo parece ser una sentencia de muerte. El barco pesquero Scorpion 1 se hundió en aguas del Caribe el domingo 7 de julio, de la tripulación, solo dos pescadores lograron sobrevivir: Adonis Espinoza y Axel Sándigo, quienes fueron rescatados el 16 de julio en aguas costarricenses. El naufragio, según los sobrevivientes, se debió a una inadecuada distribución de la carga, que incluía más de 200 nasas y arena.

La falta de seguro social para los pescadores del Caribe de Nicaragua sigue siendo una deuda pendiente, a pesar de las claras disposiciones legales que obligan a las empresas pesqueras a garantizar esta protección.

La Ley 489 de Pesca y Acuicultura, en su Artículo 52, establece que “Los titulares de licencias, concesiones y permisos, deberán cumplir con las disposiciones legales y laborales establecidas para la actividad pesquera incluyendo lo concerniente a la seguridad social”. El mismo artículo enfatiza la responsabilidad de los titulares de licencias y los capitanes de embarcaciones. Sin embargo, estas regulaciones no se cumplen, dejando a las familias afectadas en el desamparo.

Entre 2015 y 2024, se han reportado más de 30 naufragios en la Costa Caribe, con decenas de vidas perdidas. Solo en 2022 se registraron seis incidentes graves, según la Fuerza Naval del Ejército de Nicaragua. En la mayoría de estos casos, las condiciones climáticas adversas y la falta de protocolos de seguridad fueron factores determinantes. Es urgente que autoridades, propietarios de embarcaciones y comunidades trabajen juntos para implementar medidas que garanticen la seguridad en alta mar, desde la provisión de seguros de vida hasta la capacitación en protocolos de emergencia.

INFOGRAFIA 4. El incumplimiento de los protocolos de seguridad muestra la desatención de las autoridades para responder a los afectados.

El impacto del cambio climático y las recomendaciones de la FAO/OMI

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la última década, la seguridad de los pescadores en la región se ha visto gravemente afectada por los impactos del cambio climático, con tormentas y huracanes más frecuentes y severos, como demostraron los huracanes Eta e Iota en 2020.

El Convenio Internacional sobre Normas de Formación, Titulación y Guardia para el Personal de los Buques Pesqueros (STCW F) de la OMI establece estándares mínimos de formación para las tripulaciones, buscando salvaguardar vidas y proteger el medio marino.

La FAO recomienda el uso de chalecos salvavidas, cascos, calzado adecuado, guantes y ropa térmica, además de dispositivos de salvamento como balsas, bengalas, señales de socorro, botiquín, extintores y mantas térmicas, especialmente para las embarcaciones de pesca en pequeña escala, que a menudo operan en condiciones precarias.

Los naufragios han dejado un trauma profundo en las familias, que aún no ha sido abordado adecuadamente por personas profesionales del acompañamiento psicosocial. La ausencia de los cuerpos complica la aceptación de la pérdida, generando un “duelo ambiguo”, según el psicólogo Luis Barrera. Este tipo de duelo dificulta el cierre del ciclo de manera tradicional, impidiendo el velorio y el entierro. Barrera explica que las familias suelen experimentar fases como la negación y la ira antes de la aceptación, y sugiere realizar actos simbólicos, como ceremonias religiosas, para honrar la memoria de los desaparecidos y encontrar consuelo en la comunidad. El mar es la vida, y a veces la muerte en el caribe de Nicaragua.

VIDEO 6. El psicólogo Luis Barrera aconseja a las familias en el cierre del ciclo del duelo.

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