El Caribe sobrevive tras la pandemia del COVID 19

Aunque el MINSA registra un esquema completo al 56.69% de la población, las organizaciones indígenas señalan que se necesita llegar a las comunidades más pobres y aisladas.

Jornada de vacunación en Bluefields

Las regiones autónomas de la Costa Caribe nicaragüense, son el territorio más extenso del país, con una población étnica diversa de 705 mil ciudadanos que constituyen los 6 grupos étnicos que están distribuidos en 20 municipios que se comunican en su mayoría por vías acuáticas por la dispersión entre sus comunidades.

Tras la pandemia de COVID-19, la región ha sufrido los embates de la enfermedad, situación que se agrava por la continua racha de los últimos huracanes como Julia, ETA y OTA, y pese a estas situaciones las comunidades indígenas y afrodescendientes desde el inicio de la pandemia optaron por medidas preventivas.

Al inicio de la situación y debido a la estigmatización de la pandemia que llamaron “invento” de la oposición “enfermedad de ricos”, en la Región Autónoma Costa Caribe Sur (RACCS) sus gobiernos territoriales establecieron cuarentenas que consistía en no permitir el ingreso a personas a la comunidad por un período de 21 días.

Familia en la Comunidad indígena de Tasbapounie

Comunidades hicieron cuarentena.

Las comunidades de la cuenca de Laguna de Perlas, Tasbapounie, Sandy Bay, Karawala, La Cruz de Río Grande y el territorio Rama y Kriol que se extiende desde Bluefields hacia Greytown y San Juan de Nicaragua, establecieron acciones concretas para salvaguardar a sus comunitarios como la restricción de actividades públicas, recreativas, cierre de bares y ranchos.

La regulación del transporte, la llegada de foráneos, el control de circulación y aglutinamiento de la población de la comunidad. También las comunidades indígenas han utilizado la medicina tradicional que se basa en cómo sus ancestros utilizaban infusiones o cocimientos de hierbas para tratar las enfermedades.

“La afectación en las comunidades indígenas y étnicas del Caribe Sur nos tomó se sorpresas ya que las autoridades competentes no le dieron la importancia que el caso ameritaba al nivel que decían que el COVID era un invento de los azules y blanco” recuerda Rendell Hebbert, miembro de la comunidad indígena Ulwa.

En Bluefields como en la mayoría de las comunidades de la región, los cultos y las misas se hacían con pocos feligreses y se transmitían en la red social de Facebook y solo en el último año entre el 2021 y 2022 se comenzaron a realizar las actividades religiosas presenciales, y hasta fines del año pasado la mayoría de los negocios como bancos, tiendas, mercados, terminales de transporte se suspendió el uso de mascarillas y el distanciamiento social.

Comunidad Laguna de Perlas / Pearl Lagoon

Perdió 7 familiares por COVID

Rendell Hebbert, padeció la triste experiencia de perder a 7 familiares y considera que el entubamiento fue fatal. “Mis familiares todos estaban intubados y murieron, la gente no ha investigado eso, porque se mueren la mayoría de las personas que estaban intubadas. Si me da COVID por favor a mí que no me entuben” señala.

“Yo perdí 7 familiares, unos de mi familia materna en la comunidad indígena Ulwa de Karawala y uno en Bluefields, todos de la familia Salazar y Palmiston de parte de mi madre; y otro en Corn Island de mi familia paterna de los Hebbert, todos fallecidos por COVID confirmado”

“Estos casos lo confirmamos por las síntomas, tratamiento y condiciones de sus entierros. Hay tres casos más de muertos en la comunidad de Karawala que no quedo muy claro las causas por el control que impuso el gobierno” recuerda Hebbert y señala que al inicio de la pandemia se desato una hambruna y escasez en los materiales y medicamentos, situación que recibió ayuda de la población con el liderazgo de la iglesia Morava de Laguna de Perlas y Bluefields, comenta que ese acto humanitario le costo el empleo a algunos funcionarios públicos en las comunidades.

Ayuda humanitaria para el Centro de Salud de Karawala, realizado por la Iglesia Morava en los tiempos mas duros

Situación difícil por la represión

“Las condiciones a nivel general en nuestras no ha mejorado en tema de prevención, concientización y condiciones en los centros de la salud; por las autoridades Orteguistas que usan sus funciones y las instalaciones de los centros de salud para promover actividades políticas, los pocos recursos económicos que reciben son usado para proselitismo políticos a favor de los candidatos impuesto por el FSLN”

Hebert comenta que tres años después, la situación económica en las comunidades indígenas del Caribe Sur, continúa siendo critica y que muchos jóvenes indígenas están migrando fuera del país, situación que no era común en estos territorios.   

“Encima de eso, producto a la represión, persecución y leyes de control económico promovido por el gobierno, cientos de indígenas y comunitarios étnicos están migrando a Costa Rica, Panamá y Estado Unidos para asegurar sus vidas por la persecución políticas y otros para mejorar sus condiciones de vida, solo está quedando ancianos y niños por los jóvenes, hombres y mujeres están dejando sus bebés y casa para emigrar”

“Nuestras comunidades están poniendo en prácticas tácticas y conocimientos tradicionales que nos heredaron nuestros ancestros para sobre vivir como el rescate de la medicina tradicional que durante el COVID salvó más vidas que la medicina de los hospitales” señala también la siembra, cosecha y consumo de plantas medicinales, frutas y verduras en los patios y fincas comunitarias.

Jornada de vacunación en Bluefields

Sobreviviente le dio dos veces, pero no decayó

Erlinda Aragón, es una joven abogada de Bluefields que sobrevivió los embates de la pandemia de COVID – 19, en dos ocasiones, la primera vez que le dio fue cuando estaba en lo fino, en 2019, y después de 6 meses volvió a recaer.  Aunque ella solo padece de la gastritis, logró controlarse y mantenerse segura en casa.

Siendo la esposa de un médico, ella pudo contraerlo y se considera que es muy fuerte porque en ninguna de las dos veces que le dio, tomó cama. “Yo creo que, si uno toma cama, es peor porque aumentan de temperatura y el calor se mantiene en el cuerpo” señala.

El riesgo de los trabajadores de la salud

Ella recuerda que por el ambiente de su esposo de permanecer en el hospital siempre estaba el riesgo de contraerlo y aunque expresa, que en casa realizaron una serie de medidas para mantenerse seguros, era inevitable.

La joven abogada: Erlinda Aragón

“Fue difícil para todos porque imagínate es mi esposo, siempre estamos juntos, por eso pusimos varias medidas desde la entrada a casa, el lavado de manos, la mascarilla y sobre todo estuvimos tomando todos los té que mi madre nos pasaba sin entrar a la casa, tomamos té de limón, jengibre, canela, ajo, zacate limón, eucalipto, eso era diario y constantemente”, explica Aragón, cuya mayor preocupación era la salud de su madre como adulta mayor, por lo cual le pedía que dejara las cosas en el corredor para evitar tener contacto con la familia.

En su hogar, además de ella y su esposo el virus también afectó a sus dos hijos. Sin embargo, en todos los casos no hubo gravedad tampoco ameritó hospitalización de alguno de ellos, “solo mi esposo permaneció en cama como 5 días, pero gracias a Dios al resto nos dio leve”, comenta Aragón quien asegura que fue una etapa difícil. Pero considera que ya la pandemia se ha reducido a una gripe.

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Hospital Regional de Bluefields

Nuevo esquema de vacunas para el 2023

El doctor Mario Méndez, director del hospital Regional de Bluefields “Ernesto Sequeira” dice que mantienen vigilancia epidemiológica sobre la pandemia y que la población no debe confiarse y cumplir su esquema de vacunas.

El galeno explica, que este año aplican la vacuna Sinopharm, en dos dosis, la primera una vez cumplidos los 6 meses de su última vacuna, y la segunda dosis se aplica 21 días después para completar su esquema 2023.

Méndez recomienda, que la población debe mantener las medidas preventivas como lavarse las manos frecuentemente, distanciamiento físico entre personas, el uso de mascarillas en lugares aglomerados y ponerse su dosis de vacunas.

Desafíos

Según las estadísticas del SILAIS RACCS al 29 de julio de 2022, en la vacunación voluntaria contra la COVID han sido vacunado con al menos una dosis a 132 mil 297 equivalente al 69 % de la población total de 2 años a más y se aplicó un esquema completo a 108,709 personas, lo que representa el 56.69% de la población.

De acuerdo al informe “La recuperación de COVID-19 y los derechos de los pueblos indígenas”, presentado ante el Consejo de Derechos Humanos en su 48ª sesión en septiembre de 2021.  del Centro por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua (CEJUDHCAN), el sistema de salud en las zonas donde habitan los pueblos indígenas es deficiente, en la mayor parte de las comunidades no existen centros de salud o puestos de salud con los requerimientos necesarios para atender los casos que se presenten.  Además, no todas las comunidades cuentan con un puesto de salud, y donde hay puestos de salud son atendidos por enfermeras o promotores de salud tradicionales y parteras, pero están desabastecidos de medicamentos y materiales médicos indispensables para brindar atención de primeros auxilios.

El informe también señala que pese a los préstamos autorizados a Nicaragua por organismos internacionales para atender la pandemia no alcanza a los pueblos indígenas “El Estado no ha adoptado planes de recuperación económica hacia los pueblos indígenas en el contexto del COVID-19, tampoco se ha garantizado los derechos sobre la tierra y los recursos naturales”, destaca el informe.