Estamos llenos de esperanza, está en nuestro ADN.
Siempre esperamos confiados y pretendemos ser felices sin causa.
En una rama cubierta por la oscuridad de una mañana gris en un mundo furioso, un pajarillo va de rama en rama.
Comienza a cantar, deja escapar un trino, una canción hacia el cielo, “chiowichu, chowichio, chiowichu”, reclamando lluvia con su canto.
Otros pajarillos lo persiguen, de rama en rama, no están de acuerdo.
Lo atacan hasta expulsarlo del árbol cubierto de la neblina mañanera.
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Con la misma esperanza vuelve a cantar “chiowichu, chowichio, chiowichu”, desde otro árbol que lo acoge.
Desde el cielo se escucha un trueno y, poco a poco, comienza a llover.
Esa es la prueba, allí está materializada la esperanza, abrigar un deseo con anticipación.
Un optimista loco ha hecho el milagro.
“Miren, hice que sucediera”, dice con alegría.
Los contrarios también se regocijan.
La vida sigue siendo buena.
28 de marzo de 2022
Nueva Guinea, RACCS.
Foto Propia.
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