Irónicamente es una ciudad que vive de la compra y venta de productos del mar, las autoridades no han priorizado un espacio exclusivo y accesible para evitar puestos informales en zonas inadecuadas.
Desde muy temprano, cada día, en las principales vías del barrio Central en Bluefields, son visibles los baldes y canastos colmados de productos del mar, que se convierten en una especie de comercio alegre que invita a sus visitantes a llevar chacalines, pescado fresco y cangrejos para la famosa “Crab Soup”.
Es una zona de ingredientes perfectos para un océano de gastronomía. Las vendedoras que los ofrecen, son mujeres que inclinan sus baldes para que sus productos sean vistos por los cientos de transeúntes que buscan las compras del día, ellas bajo sol o lluvia, esperan ansiosamente a sus compradores. Su lugar de trabajo, es una famosa esquina conocida como “El cima” un populoso centro de baile nocturno que les da sombra, pero hay días que el inclemente sol no perdona.
“Las chacalineras” esperan que el último producto se venda, para regresar a sus viviendas, tras una larga jornada para quienes deben también cumplir con el rol de madre y ama de casa. Algunos días “regatean” con los clientes su última venta para lograr obtener la ganancia del día y pasar comprando su almuerzo.
La mayoría son compañeras de vida de los pescadores artesanales. Ellas se encargan de comercializar el producto que sus maridos pescan en el mar, otras solo han encontrado en este oficio una manera de vivir debido a la dura economía y la falta de empleo en esta ciudad.
Sin condiciones para trabajar
Estas mujeres utilizan la acera para colocar sus baldes, obstaculizando en algunos casos el tráfico libre de los peatones, quienes les gritan y las ofenden con frecuencia, acusándolas de ser las responsables de malos olores en la zona.
Pero no solo de los peatones reciben malos tratos, también de los conductores que pasan por el lugar, quienes dicen sentirse afectados porque según ellos, tapa la viabilidad en las calles. Pero ellas colocan sus necesidades por encima de esos malos comportamientos. “Las chacalineras” hacen “oídos sordos” y continúan en su afán de cada día.
Es posible que los conductores tengan razón, sin embargo, la falta de empleo en los últimos meses genera que cada semana, una nueva “chacalinera” se sume a las vendedoras. “Es la necesidad”, dice una de ellas.
Piden un mercado de mariscos
Pero esta situación incómoda para todas las partes, podría superarse con la creación de un mercado de mariscos o un lugar exclusivo para estos puestos de venta. Al menos, esa es la propuesta de Justino Hurtado, quien también es comerciante ambulante de chacalines.
“Hay necesidades para esas mujeres, el gobierno debería poner mano en esto y no la ha hecho, he escuchado dos o tres veces que van a crear un mercado para ellas y hasta ahora no se ha hecho nada, una vez que ellos quieren el voto prometen todo, una vez que llegan, se les olvida que el pueblo necesita calles y lugares para trabajar. Es un asunto de necesidad”, menciona.
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Hurtado asegura, que desde su experiencia como comerciante, para las mujeres es más difícil cargar por las calles los baldes llenos de productos que llegan a pesar hasta 80 libras, entonces se ven obligadas a instalarse en un lugar donde puedan darle salida a la venta del día, aunque tengan que soportar estos malos tratos.
“Todos necesitamos, todos queremos comer y sobrevivir, hay gente que te corren y te dicen no te quiero frente a mi casa”, lamenta Hurtado.
¿Y los administradores municipales?
No solo las vendedoras de chacalines obstaculizan las vías, sino también las ventas de verduras, ropa, y artículos varios que han sido por años el dolor de cabeza de las administraciones municipales, quienes a consideración del ciudadano Donald Hebbert, se han hecho “los ciegos, sordos y mudos”.
“En Bluefields (zona céntrica) no podés caminar, hay fogoneros (cocinas) en todos lados, una chispa puede quemar a un niño, hay vendedores ambulantes, fijos, un caos, y no creo que vaya a mejorar la situación del municipio porque son las mismas autoridades las nombradas otra vez y si no lo hicieron en el pasado, no harán nada ahora”, afirmó Hebbert.
La creación de un espacio óptimo para los comerciantes de mariscos ha sido llevada a las campañas electorales de muchas administraciones municipales, sin embargo, han quedado solo en palabras, y la esperanza de los comerciantes se ha perdido, por lo que no tienen más opción que instalarse en las calles para sobrevivir y llevar el pan a casa.