Para las defensoras, los indultos son como un permiso de los convictos para delinquir; si dejaron delitos sin terminar, tienen “el privilegio” de finalizarlo, critican.
Para las defensoras, los indultos son como un permiso de los convictos para delinquir; si dejaron delitos sin terminar, tienen “el privilegio” de finalizarlo, critican.

Preocupa violencia machista en el Caribe, primera zona en índices de femicidios 

17 asesinatos de mujeres se registraron durante el 2022 en estas comunidades.

El caribe nicaragüense destaca por su diversidad poblacional, cultural y gastronómica, muy visitado por sus maravillas turísticas y rituales ancestrales, pero este territorio esconde un peligroso entorno para las mujeres: la violencia.  

Nacer siendo una mujer costeña y pertenecer a una comunidad indígena o afrodescendiente, es el primer factor de riesgo, ya que esos pueblos autóctonos se rigen por la influencia machista, rigurosas jerarquías masculinas.

Las mujeres en cambio están predispuestas al rol de fecundación y sumisión que se forja en la cosmovisión de los pueblos multiétnicos.

Partiendo de esta característica, forma de vida, el origen del machismo y la violencia contra las mujeres tiene un negativo argumento fecundado: un “cuido a la mujer” en el que justifican malos tratos, golpes y hasta privarlas de la vida.

En el año 2022, 17 mujeres caribeñas fueron víctimas de femicidio de las 68 con las que  cerró el año.     

Otra dura realidad: los huérfanos de los femicidios   

Según el último informe del Observatorio Católica por el Derecho a Decidir, se registró al cierre del 2022, la cifra de 68 mujeres asesinadas por la violencia machista en todo el país.  

“Entre las graves consecuencias que deja el femicidio en este año 2022, se registra que 66 niñas, niños y adolescentes han quedado en orfandad, se reconoce la necesidad de acompañar y protegerlos, quienes normalmente son olvidados, en medio de la confusión y el dolor de un femicidio”, cita el informe.

Para la defensora de derechos humanos, Martha Flores, la libertad de los indultos es como un permiso para delinquir que da el gobierno a convictos que, si dejaron delitos sin terminar, tienen “el privilegio” de finalizarlo.

“Continua esta cultura machista, porque hay quienes salen libres para ir a arrancarles la vida a las mujeres”, lamentó.

La Costa Caribe, tiene los números más altos de femicidios, 17 féminas asesinadas, lo que refleja la inseguridad que gobierna, y se magnifica con la falta de acceso a la justicia para las comunidades más alejadas, la cultura machista que persiste y que se reafirma con el silencio de las víctimas.

Hasta denunciar la violencia las pone en riesgo

“Muchas veces nosotros como mujeres miskitas callamos lo que sucede porque no podemos ni hablar el idioma de las autoridades, y lo más difícil es enfrentar estos problemas en las comunidades, porque allí normalizan todo, y la violencia lo toman como que nos educan cuando nos comportamos mal”, denuncia una pobladora originaria de Sandy Bay que reside en Bluefields.

La mujer de la entrevista prefirió el anonimato, ya que hasta exponer este problema de la comunidad, las pone en riesgo.

La Socióloga María Teresa Blandón, describe el comportamiento de los hombres machistas de esta zona como sujetos dueños de un “pseudo valor” que lo caracteriza como un macho dominante, violento y agresivo.  “Lo peor es que está bien visto ante la comunidad y en contraste; la sumisión, la humildad y la obediencia de las mujeres representan la disposición de la cultura que refuerza la violencia”, explica.

Diecisiete mujeres han sido víctimas de la violencia machista en el caribe nicaragüense, lo que ha alertado a la población de la zona.

“Se van –agrega la especialista– creando las condiciones para que estos hombres vayan ejerciendo cada vez más violencia en dosis más letales hasta llegar al femicidio”, advierte. 

Critica la también defensora de derechos humanos, que consecuentemente se normaliza este comportamiento como una vida “ideal” para las mujeres en el caribe. Por supuesto, cree que se debe trabajar mucho para cambiar esa forma de vida, tanto de mujeres como de hombres en esas comunidades.      

Expertas y activistas locales recomiendan trabajar en educación y un cambio de cultura en cada familia, donde se enseñe que los hombres no deben ni ser violentos, ni dueños de la vida de las mujeres.