¿Y ese padre quién es? Sadiel, el joven cura de Matiguás

En 2018 un seminarista en espera de su ordenación sacerdotal salió entre balas y morteros a pedir un alto al fuego en un tranque de Matagalpa. Su nombre nunca se supo, pero aun hoy se habla de su valentía.

Al estallar la rebelión de abril del 2018 en Nicaragua, Sadiel Eugarrios era un joven seminarista a punto de ser ordenado sacerdote. Aun así, tuvo el coraje de exponer su vida con el fin de evitar más muertes, tanto del bando del pueblo desarmado como de los poderosamente apertrechados que defendían al gobierno.  

Con su estatura alta, tez morena y una sotana casi consagrada, avanzó a paso firme sobre la carretera de circunvalación de la ciudad de Matagalpa donde llovían piedras, gases lacrimógenos, balas, rabia y llanto. Muchos se preguntaban entonces, y aun lo hacen: ¿Y ese padre quién es?

Junto a otros sacerdotes alzó su voz para pedir un alto al fuego. Fueron momentos de temor y angustia, pero al mismo tiempo de una enorme disposición de poner fin a un conflicto que daba la vuelta al mundo y sumía a cientos de familias en el luto.

Su infancia entre la guerra

El sacerdote Sadiel Antonio Eugarrios Cano, nació en el municipio de Matiguás, departamento de Matagalpa un 12 de diciembre de 1987. Sus padres doña Imara cano y don Alfredo Eugarrios se separaron cuando el niño tenía apenas 3 años de edad, pero tiene 7 hermanos, 4 de ellos por parte de padre.

Ante la separación, su mamá tuvo que internarse en la montaña a trabajar, y el pequeño niño creció lejos de ella. 

“Viví con mi abuelita materna, Santos Luisa Urbina Bravo, quien me crio como su hijo. A ella yo le decía mamá”, recuerda el religioso. Afirma que su “Mama Santos” murió muchos años antes de que él fuera ordenado sacerdote y no pudo ver realizado uno de sus grandes sueños. 

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Durante su primera comunión | Foto: Cortesía

“Gracias a Dios y a mi ‘mama Santos’ conozco la fe católica. Ella fue la que me inculcó los valores cristianos y por ella soy sacerdote”, confiesa el padre Sadiel, agregando que creció con la abuela “en un ambiente donde abundaba la ternura, el amor, la comprensión y la pobreza”.  

Recuerda que en la casa de su abuelita vivió con 7 primos y que casi siempre les tocaba beber sopa de frijoles, adornada con un solo huevo que debían repartirse entre todos los integrantes de la familia. 

“Eran tiempos duros… estaba terminando la guerra y en esa zona era el pan nuestro de cada día. Mis cuadernos eran hechos de papel de empaque y como mochila una bolsa plástica, hasta que una tía me regaló una mochila que yo consideré carísima por lo que nunca había tenido una y cuidaba como un tesoro, porque fue mi primer regalo”, explica mientras se puede ver en su semblante la emoción que le causa recordar aquel momento.

Aunque en sus estudios, el pequeño Sadiel se destacó como mejor alumno, llegó un momento en que la precariedad de aquellos años le hicieron pensar en desertar de las aulas.

Durante sus años de escuela, a punto de culminar la primaria | Foto: Cortesía.

“Yo decía que ya no quería seguir estudiando porque eran tiempos muy difíciles: me levantaba a las 4 de la mañana a agarrar agua de un pozo que quedaba lejos y llevarla para los quehaceres de la casa, quebrar el maíz, limpiar, alistarse para salir a clase y al regreso más trabajo”, relata.  

Asegura que también era una época difícil porque era adolescente y la influencia de los amigos lo llevó incluso, a alejarse de la iglesia dejándose llevar por las fiestas y otras tentaciones de la juventud. 

El día que decidió dejarlo todo 

Esas noches de fiesta terminaron en 2007, cuando fue invitado a un retiro de conversión. La experiencia lo hizo pensar seriamente en la idea de dedicarse a la vida religiosa. “El señor me llamó a trabajar al lado de esta iglesia”, dice convencido. 

Dejó sus estudios universitarios y se inscribió en el seminario para formarse como sacerdote.

Pero Sadiel no completaría ese sueño sin obstáculos.

Una sotana por 100 mil dólares 

Antes de presentarse al seminario para iniciar los estudios, Sadiel tuvo que anunciar la decisión a su familia y organizar algunas cosas. “En 10 días entregué todo lo que tenía a mi cargo como administrador de bienes de algunos familiares: me despedí de familiares, amigos, de la parroquia, de los compañeros de universidad y de todos mis hermanos”, relata. 

Pero uno de esos hermanos no estaba feliz con la decisión del joven de dejar el mundo para dedicarse a servir en una misión religiosa. Se molestó mucho y con una oferta tentadora, trató de hacerle cambiar de parecer. 

“Mi hermano tenía bastante dinero, una noche me manda a llamar para hacerme dos propuestas: la primera es que te quedés, me dijo, y te doy 100 mil dólares hoy mismo, poniéndolos en efectivo en la mesa de su comedor. La segunda propuesta fue que, si me iba, no me ayudaría en nada”, nos cuenta.

Aunque el ahora padre Sadiel reconoce que aquella fue “una tentación enorme”, asegura que esa noche respondió con firmeza:

 “Mi vocación no se mide en el dinero, mi vocación es de servicio” le contestó.

En una misión como seminarista para convertirse en sacerdote | Foto: Cortesía.

 Aquel día Sadiel tomó sus maletas y dejó todo atrás, para buscar su sueño de ser sacerdote.  

Aunque debía dejar todo lo que conocía y amaba, solo hizo un pedido a Dios aquel día. “Si yo me voy para el seminario, vos cuidás a mi mama Santos”. 

Dos años después de haber empezado los estudios sacerdotales, la Mama Santos; la amiga, la abuelita, la madre de crianza; murió, y el corazón del padre Sadiel se llenó de duelo y al mismo tiempo de esperanza. “Quedé solo, pero después vino la conclusión de los estudios sacerdotales en 2017”, comenta.

Asegura que eso fue como un homenaje a su entregada abuelita, que siempre le inculcó valores religiosos.

La abuelita del padre Sadiel murió antes de verlo convertido en sacerdote | Foto: Cortesía.

En el seminario el padre Sadiel fue destacado como alumno y como persona, según comentó el también sacerdote Erick Mauricio Díaz Fernández, el joven religioso “es trabajador y esforzado, es un intérprete del sentir popular y habla en favor de la gente que sufre, porque viene desde abajo”.

El padre Carlos Zeledón, destaca del padre Sadiel su prudencia. Ambos estudiaron juntos en el seminario, juntos fueron ordenados sacerdotes y mientras el padre Sadiel es el primer vicario de catedral de Matagalpa, el padre Carlos dirige la parroquia de San Dionisio. 

“Es un hombre serio, responsable en sus tareas, consecuente en palabras y en actos, buen amigo, fuerte de carácter, celoso y obediente con la iglesia, es una persona admirable”, afirma el religioso. 

El funesto abril 

Al finalizar los estudios, el padre Sadiel realizó obras de caridad y de pastoreo en diferentes partes de la diócesis de Matagalpa, a la espera de que llegara el día de su ordenación, pero llegó el estallido de abril y otro mundo se reveló ante sus ojos. 

Las calles se convirtieron de pronto en zona de guerra. El padre Sadiel, junto a otros sacerdotes, salió entre las balas a pedir que no hubiera más confrontación y evitar el derramamiento de sangre.  

“Nos tocó ir a defender al pueblo y desde entonces empezaron las amenazas, a partir de ahí nada esta normal, hay que andar con mucho cuidado porque uno se encuentra con personas que agreden verbalmente y entonces uno vive este ministerio sacerdotal ya de otra manera”, reflexionó el joven religioso. 

La ordenación presbiteral

El joven seminarista Sadiel Eugarrios fue ordenado sacerdote el 24 de noviembre del año 2018 en la catedral de Matagalpa en presencia del obispo Rolando Álvarez y el clero diocesano en pleno. 

Una vez ordenado sacerdote, Sadiel pronunció las primeras palabras con su nueva investidura. Llamó papá al Obispo, le agradeció por su apoyo y confianza, al mismo tiempo al obispo de granada, Jorge Solórzano Pérez, dio gracias también al municipio de Matiguás, a sus familiares presentes por el apoyo, rogó al pueblo que rece por él y abogó por la paz en Nicaragua y el mundo.  

El 24 de noviembre de 2018, fue ordenado sacerdote | Foto: Cortesía.

El obispo de Matagalpa, en su homilía, resaltó las cualidades del padre Sadiel, calificándolo como “un profeta en formación”, “un alma caritativa incansable” y “un amante de la libertad hasta las últimas consecuencias”. 

Desde octubre del 2019 fue nombrado Primer Vicario de la iglesia San Pedro Apóstol catedral y tiene a su cargo varios proyectos.

“Recientemente a los vicarios de Catedral se nos dio también la administración del Santuario del Divino Niño y la Iglesia de San Felipe en Molagüina”, detalló. 

Sobre aquel momento que quedó en la memoria colectiva cuando junto a otros sacerdotes avanzó sobre balas y morteros para buscar la paz, asegura: “Nunca he buscado protagonismo. Lo que hice en las protestas y lo que sigo haciendo ahora lo hago porque me nace en mi corazón defender a los indefensos, salvaguardar las vidas de las personas. Busco hacer la voluntad de Dios. Solo Dios sabe por qué me puso aquí en Matagalpa. Él tiene todo ya planeado. Los planes de Dios son incuestionables”.